Se cumple un año desde que el Gobierno de España decretó el estado de alarma debido a la pandemia de COVID-19.
Con motivo de este aniversario, la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA lanza la campaña ‘Salud mental y COVID-19. Un año de pandemia’, con la que pretende visibilizar cómo ha afectado la pandemia a la salud mental de la población y reivindicar y proponer medidas que ayuden a la mejora de la salud mental y, con ello, a la reconstrucción social y económica.
Nel
González Zapico, presidente de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, alerta
de la precarización y la falta de recursos en la atención a la salud mental en
España, acrecentada durante la pandemia. “La salud mental de la población
española ha caído en picado durante la pandemia y debajo no hay red”, afirma.
En
estos doce meses la incertidumbre, el miedo, los fallecimientos, las pérdidas
de empleos, el propio confinamiento y la convivencia ininterrumpida, o la
soledad, son algunas de las situaciones que han hecho merma en la salud mental
de la población, especialmente en las personas con menos recursos económicos.
Así lo desvelan los datos publicados recientemente por el Centro Superior Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS): el porcentaje de personas de clase baja que se han sentido decaídas, deprimidas o sin esperanza durante la pandemia, casi duplica al de aquellas que se identifican con la clase alta (32,7% frente a 17,1%). Destaca igualmente la prescripción de consumo de psicofármacos, de un 3,6% en la clase alta, frente a un 9,8% de la clase baja.

Grupos de población más afectados
Las personas de 18 a 34 años son las que más han frecuentado los servicios de salud mental, con ataques de ansiedad o síntomas de tristeza. Jóvenes, mujeres y personas con discapacidad, y en especial con discapacidad psicosocial, son algunos de los grupos de población que han visto más afectada su salud mental durante este año.
El CIS también señala que más del doble de las personas que han acudido a los servicios de salud mental son mujeres. Las desigualdades y discriminaciones en el ámbito profesional, la carga de responsabilidades familiares y de cuidado o la violencia de género, han sido algunos de los principales factores que ha provocado o agravado los problemas de salud mental en la población femenina.
En
cuanto a las personas con discapacidad, un estudio de Fundación ONCE,
reveló que un 50% de las personas con discapacidad señala que su
estado de ánimo ha emporado desde que empezó el estado de alarma. Un 34% de las
personas con discapacidad ha consumido ansiolíticos y/o antidepresivos durante
el confinamiento. En el caso de las personas con discapacidad psicosocial, la
cifra se eleva al 62,4%.
La
salud mental: transversal y también transfronteriza
En Europa, según la OMS, los problemas de salud también han aumentado durante la pandemia, con un claro incremento de los niveles de ansiedad y estrés. Varias encuestas muestran que alrededor de un tercio de las personas adultas reporta niveles de angustia. Entre la población más joven, esa cifra llega a 1 de cada 2 personas.
Frente a estas cifras, desde la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, su presidente, apela a la Comisión Europea a “agilizar” el debate político sobre la salud mental. “Urge que Europa se implique y haga las recomendaciones oportunas a los Estados miembros para que prioricen la inversión a la atención a la salud mental”.
González
Zapico advierte que si ya, antes de la pandemia, había diferencias entre los
países en el trato a la salud mental, ahora esa diferencia es aún mayor. Por
ello, desde SALUD MENTAL ESPAÑA se reivindica que “se hable de la salud
mental en las instituciones europeas, porque es un tema olvidado y que deberíamos
priorizar”.
En Europa, los grupos específicos que se ha visto especialmente expuestos a un riesgo como resultado de un acceso limitado a los servicios de salud mental, una disminución del contacto social o una actividad económica restringida, incluyen a las poblaciones de personas migrantes y refugiadas, las personas sin hogar, los niños, niñas y adolescentes sin escolarizar, las personas trabajadoras recientemente desempleadas, personas mayores confinadas en su lugar de residencia, así como personas con problemas de salud mental preexistentes y discapacidades psicosociales, cognitivas o intelectuales.
Es urgente una mayor inversión en salud mental
En el Día Mundial de la Salud Mental de 2020, el movimiento asociativo SALUD MENTAL ESPAÑA recordó las grandes carencias de la salud mental en España, demandando mayor inversión. Y en estos momentos, la reivindicación vuelve a tomar protagonismo.
Nel
González Zapico apremia también a las administraciones nacionales a que “acometan
políticas y medidas que impliquen una mayor inversión en recursos materiales,
tecnológicos y profesionales para que asegurar el acceso a una atención en
salud mental universal y pública. Si la pandemia ha demostrado algo, es que la
salud mental es cosa de todos y todas y que puede afectar a cualquiera, por lo
que aseveramos que es más urgente que nunca prestarle la atención que merece,
si queremos lograr realmente una reconstrucción social y económica”.
Puedes consultar el estudio completo AQUÍ.



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